2009/05/05

"Besos Robados": Espias al servicio sentimental

Impecable. Es el único calificativo que se le puede dar, a la que de momento, me ha parecido la mejor película de las que he visto de ese maestro francés llamado Françoise Truffaut. "Besos Robados" es un film que cuida al máximo cada detalle y engancha al espectador desde el primer minuto, soltándolo solo al final, donde la panorámica de la cámara nos deleita a seguir nuestro propio camino en la absurda vida, algo de eso está dentro de "Besos Robados" que además, continúa la historia del personaje creado por el propio Truffaut de Antoine Doinel, el niño de "los 400 golpes" que crece dentro de las historias del director de la nouvelle vague. Antoine Doinel (Jean-Pierre Léaud) visita a su antigua novia, Christine Darbon (Claude Jade), tras haber sido licenciado del ejército por insubordinación. El padre de Christine encuentra un trabajo temporal para Antoine como vigilante nocturno de un hotel. Sin embargo, a causa de un detective privado, Antoine pierde el empleo el primer día. Como compensación, el detective le ofrece a Antoine trabajar en su agencia, donde Antoine hará trabajos menores hasta que le asignan el deber de averiguar por qué todas las empleadas de la zapatería del señor Georges Tabard (Michel Lonsdale) le odian. En esta zapatería, Antoine conocerá a la preciosa Fabienne Tabard (Delphine Seyrig), la esposa del propietario...

Guión perfecto en todos los sentidos. Partiendo de unos diálogos trabajados y realistas, llenos de comicidad, hasta a veces parecer absurdos, desternillantes pero reales como la vida misma. Quizás Truffaut expone de manera redonda lo que representa el amor en la sociedad, pero ojo, lo que representa de manera realista, pues las personas nos creemos esenciales en el proceso, cuando realmente solo somos espías (como el protagonista) de sentimientos que van por un camino muy sinuoso y inestable. Las relaciones humanas que el libreto expone, se muestran perdidas, por un camino divertido, sí, pero tan tremendo como la escena final, el giro final de Truffaut es una declaración de intenciones hacia el espectador. Genial la representación y perfil de las chicas, mujeres (sobretodo la esposa del dueño de la zapatería) con monólogos impresionantes, de esos para ponerse a aplaudir, de esos que solo Truffaut puede escribir como él bien sabe. Y sobre los personajes, genial el papel de Jean-Pierre Léaud, el guía del film, con un tono inocentón y graciosete muy especial y memorable. Mención aparte para las chicas del film, lo mejor de lejos en el mundo de Truffaut, Claude Jade, la actríz está preciosa fría, distante, precisa. Eso sí, uno de los mejores roles es el de Delphine Seyrig, la actriz está estupenda en su papel y tiene las mejores partes de la película, destacar su escena final con Antoine, cautivadora e impresionante. Los secundarios son todos estupendos y van apareciendo a lo largo de la película (por ejemplo, los carismáticos trabajadores de la agencia de espías, o las ayudantes en la zapatería) aportando un dinamismo tremendo.

Truffaut está perfecto, en una de sus mejores películas tras la cámara en mi modesta opinión. Este film sale quizás de la corriente de la nouvelle vague, porque no es tan agresiva en sus formas, pero para mí tiene todos los elementos de esta corriente francesa que tanto me apasiona. Para empezar, planos secuencias donde la cámara se panea, sigue a los personajes, y realmente ni se nota porque Truffaut te mete tan de lleno en su artesanía que son magistrales planos. Los cortes del montaje con "choques" rápidos (la escena de la infidelidad en el hotel al principio es un tanto extraña y desubica un poco, pero esa es su función, otra escena a destacar es la de la foto de arriba, cuando Antoine se siente avergonzado y sale pitando de la habitación, risa asegurada pero con una planificación por el detalle asombrosa, la torre Eiffel al fondo, el corazón del atrezzo enmarcando al protagonista, los planos detalles del café...), los fotogramas congelados, e incluso el salto de eje en una escena dentro de la zapatería (hecha a propósito claro). Dirección en la que el francés pone toda su artillería aprendida en un asador exquisito, genial en las formas y en el ritmazo que tiene la película, que no te deja ir hasta el final, ni ojo, tampoco te deja perderte aunque lo que se cuente sea secundario o no tenga una linealidad premeditada. Poca música original, aunque de vez en cuando suena algún acorde original de Antoine Duhamel, pero este film se recordará musicalmente hablando por el tema que abre y cierra el film (y que dice mucho de lo que introspectivamente puede contar Truffaut), el tema en cuestión: "Que Reste-T-Il De Nos Amours?" de Charles Trenet, buscadla porque es preciosa.

Quizás "Besos Robados" venga a decirnos que los seres humanos buscamos de manera abrupta y desmesurada algo con lo que poder sentirnos bien o si podemos, para saber quien somos (como la desternillante escena del espejo donde Antoine no para de verse con su vida resuelta una repitiéndosela una y otra vez) o al menos intentarlo, porque llamarlo amor, único y puro es algo tan inusitado y abstracto que el film se quedaría en un espionaje imposible de sentimientos que vienen, van, son bellos, no correspondidos, graciososos, tremendos, dramáticos, pero no, miren dentro y verán respuestas. A su vez, Truffaut rodando este film da alas a mis sentidos cinematográficos para creer un día más que este mundo es increíble, es perfecto cuando se hace desde el corazón, es único, el CINE CON MAYÚSCULAS, sin pretensión, esta película da fuerzas, como pasa con las obras maestras absolutas como esta joya. Un merecidísimo 10 porque la he saboreado a gusto al 100%, os la recomiendo.

NOTA: 10/10
RECOMENDACIÓN: Cinéfilos. Ver en V.O.S.E.
AÑO: 1968
DURACIÓN: 90 min
Ficha en IMDB

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